Mi padre me llevó a las carreras por primera vez cuando tenía dos años. Es una historia que, de tanto escucharla, siento como si la recordase lúcidamente. Cuando pienso en ella me maravillo recreando todas las carreras que he visto desde entonces hasta el día de hoy, sin pausas, sin faltas injustificadas, al mismo tiempo que me asombro por lo que debe sentir él. De todas ellas, gran parte las he presenciado en el circuito del Jarama, cuyas curvas siento tan mías que de veras creo podría rodar tan rápido como los pilotos -las leyendas- que las ponen nombre: Nuvolari, Fangio, Varzi, Farina, Ascari, Portago, María de Villota (quien da nombre desde el pasado año a la última curva del trazado, "la del túnel"). Lo que sí recuerdo es que desde pequeño adoraba a estos pilotos por el simple hecho de tener su curva en mi circuito favorito. Era una razón más que suficiente: ni siquiera los conocía, pero para mí eran como dioses. Según he ido creciendo he conocido sus vidas y he l
Hunaudières
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