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Vivir sobre ruedas

Cambridgeshire, aeródromo de Duxford. La piloto española María de Villota se dispone a realizar unos tests de prueba con el equipo Marussia de Fórmula Uno. Tres de julio de 2012. Su padre, Emilio de Villota (tercer piloto español en disputar un Gran Premio de F1) lo tiene claro: "Si hay algún día que no te tienes que preocupar es hoy, porque es un entrenamiento de aerodinámica, en línea recta, y no hay ninguna posibilidad de nada". Asimismo, ella sabe que es su comienzo para poder alcanzar su sueño: competir en el certamen más prestigioso del motorsport.

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10:25 de la mañana. Poco después de empezar el test, el monoplaza de María acelera repentinamente, estrellándose contra la plataforma del camión por la que se ha bajado el vehículo a la pista, que debido a una negligencia no se ha recogido. En el choque, la plataforma impacta directamente en su casco a la altura de la frente y los ojos. Isabel, su hermana, que la ha acompañado, pregunta por su estado de salud. María se mueve, pero no logra salir del bólido. Poco después es trasladada al hospital de Cambridge. Increíblemente, está consciente. Al preguntarle su hermana qué tal está, contesta: "Me duele la cabeza". Más tarde comenzaría una intervención de diecisiete horas: cuatro para la intervención craneoencefálica, salvarle la vida; y trece para la reconstrucción facial.

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Con apenas un año, agarrada al volante del Lotus 78 de su padre. Junto a ellos, su hermana Isabel y su Madre

Cuatro días más tarde, recupera la consciencia. Es el momento de explicarle las consecuencias de su accidente. María confiesa que tiene la sensación de no poder abrir su ojo derecho, pero no le da importancia. Cuando Peter Hutchinson, doctor de neurocirugía del hospital de Cambridge, le comenta que ha perdido el ojo, María se da cuenta de que su carrera automovilística ha terminado para siempre.

A finales de julio sale del hospital y vuelve a Madrid. Allí se somete a una segunda operación, en el hospital de La Paz.

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Antes de Marussia, fue piloto probador de Lotus Renault

María de Villota no sólo fue una gran piloto de carreras. No sólo fue una más de los cientos de víctimas que se ha llevado el mundo del automovilismo. María fue la sonrisa eterna, una luchadora que consiguió hacerse un hueco en una disciplina considerada de hombres gracias a su valentía, su esfuerzo y su amor por las carreras. Han pasado más de cuatro años desde que aquel fatídico viernes 11 de octubre de 2013 se nos fue debido a un derrame cerebral mientras dormía. A la mañana siguiente iba a presentar su libro La vida es un regalo, a través del que narraba cómo aquel accidente había cambiado su forma de ver el mundo y cómo, a partir de ese momento, comenzaba una segunda vida. Cómo, acostumbrada a recortarle segundos al reloj, ahora sólo pedía estirarlos, hacerlos infinitos. Aquel regalo apenas duró un año. Hasta ese punto llega la crueldad algunas veces. Y la verdad es que, si uno se para a pensarlo, acaba por darse cuenta de que en cualquier momento puede suceder algo, y termina por hacerse la pregunta: "¿Quién será el siguiente?" 

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Así quedó el casco tras el accidente

Ya recuperada de su fatal accidente, María afrontaba esta nueva vida sin dejar de estar ligada al automovilismo, y soñaba con volver a conducir. Se convirtió en un auténtico ejemplo a seguir: era licenciada en INEF, responsable de la Escuela de Pilotos Emilio de Villota, embajadora contra la violencia de género, encargada de la categoría de monoplazas de la Comisión de Pilotos de la FIA y colaboradora de la DGT en charlas sobre seguridad vial y de una fundación en la ayuda a niños con enfermedades poco comunes. Según sus propias palabras: "Siento mucho más el dolor de la gente que el mío. Os parecerá extraño, pero es muy bonito".

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María defendió los colores del Atlético de Madrid desde 2009 hasta 2011 en la Superleague Formula

Sin embargo, cuando se la preguntaba sobre lo que había significado el automovilismo en su vida, sacaba una sonrisa y, entre lágrimas, decía: "Buah... Es que es todo. Ha sido el medio a través [del que] yo me he comunicado, he sentido, me he esforzado. Me ha dado mucho. Me ha ayudado a que, en un momento dado en el que mi vida está en peligro, haya hecho una María tan fuerte como para superarlo y salir adelante. Ha hecho lo que yo soy, sí".

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María, como madrina del proyecto de remodelado del Circuito del Jarama "Jarama 2021"

María de Villota ya no está, y todo el mundo del motor y sus seguidores (entre los que me incluyo) se siente muy dolido. Pero ella no quería eso, era feliz y nos recordaba que la vida es un regalo que hay que aprovechar, disfrutándolo. Ella, pese a vivir treinta y tres años, disfrutó de la vida como nadie, practicando el deporte que amaba y sin dejar nunca de sonreír. Porque el automovilismo no es sólo carreras, coches y ruido. El automovilismo es mucho más: un estilo de vida en el que María encajaba a la perfección. De hecho, María de Villota era, y es, automovilismo. Por ello, no hay mejor forma de recordarla que viviendo intensamente nuestra vida y agradeciéndola por abrirnos los ojos. A mí me los abrió para siempre. Y con los ojos bien abiertos, veo tu estrella brillar más que nunca. Por eso te escribo en estas líneas mi seña de agradecimiento:

María, gracias por enseñarnos a vivir sobre ruedas.


PD: declaraciones extraídas de Canal+, Informe Robinson (Febrero, 2013).


Informe Robinson: María de Villota

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Dedicatoria del libro La vida es un regalo

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