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La primera victoria

En ocasiones las estadísticas no concuerdan con la realidad: 9 títulos mundiales (consecutivos), 79 victorias en rallies del mundial, el piloto más laureado de la historia de esta disciplina,... Nada más lejos de la realidad: Sébastien Loeb ha logrado este fin de semana en el Rally de Cataluña su "primera victoria", que pasará a la historia de los deportes de motor como una de las más grandes jamás vistas y convertirá a su creador, más si cabe, en uno de los mejores deportistas de todos los tiempos.

Sébastien Loeb gana en su vuelta al Rally de Catalunya y demuestra que el que tuvo, retuvo

Según la dupla Sébastien Loeb-Daniel Elena recorría majestuosamente los úlitmos kilómetros del rallye, Luis Moya (doble campeón mundial copilotando a Carlos Sainz) comentaba: "Creía que lo había visto todo en rallies, hoy me doy cuenta de que estaba equivocado". Al mismo tiempo, un servidor se frotaba los ojos frente al televisor confiando en que lo que estaba viendo no fueran meras visiones provocadas por el sueño de que semejante gesta pudiera producirse. No lo eran, y 5 años después volvían a subirse a lo más alto del podio.

Sin embargo, la grandeza de lo ocurrido no termina ahí, sino que se ve engrandecida por varios factores, a destacar: había dejado el campeonato en 2012 y llevaba sin presentarse a ninguna prueba del mismo desde Monte-Carlo 2015 hasta esta temporada, y se enfrentaba a una nueva generación de coches (de los cuales el Citroën es el menos competitivo, no había logrado ninguna victoria en toda la temporada) y a un plantel de pilotos con mucho talento y muchísimo más ritmo que él en la competición, pues llevaba sin participar desde inicios de abril. 
Por todo ello, la victoria de Sébastien Loeb pasa desde este momento al terreno de lo eterno, de lo mágico, de lo imperecedero. Ni siquiera un "igual" como Michael Schumacher logró hacerlo en su regreso a la Formula 1. Pese a la ingente cantidad de victorias que ha cosechado durante su trayectoria, la emocionante mirada de Sébastien Loeb reflejaba que esta no era una más, era especial: la primera de las que no creía que llegara a conseguir. Y de su semblante serio, reflexivo, introvertido y reservado se escapaba una sincera sonrisa. El mundo es un lugar mejor cuando él sonríe.


Difícilmente pueda existir alguien que iguale a Sébastien Loeb en campeonatos mundiales de Rally. Es paradójico, pues se retiró con tan solo 38 años para encontrar sus límites, inexistentes en rallies, en otras disciplinas como el mundial de turismos (con dos terceros puestos en la clasificación de pilotos), las 24 horas de Le Mans (con un segundo puesto en 2006), la subida al Pikes Peak (en la que logró el récord mundial, ya superado), el Dakar (siendo segundo en 2017) o el mundial de rallycross (con dos victorias). Son solo algunos hitos del piloto francés, que comenzó siendo gimnasta y cuya trayectoria se define por su inconformismo y la imparable búsqueda de nuevos límites, de salir de la zona de confort, algo que en el mundo del motor casi ningún piloto exitoso hace actualmente.

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Sébastien Loeb es de esas personas que eliminan fronteras. Las rivalidades y las nacionalidades desaparecen a la hora de admirar la humildad, la sencillez y la modestia de un piloto que ha esperado con paciencia y templanza volver a ganar. Por ello, no conozco un caso de triunfo tan justo, tan necesario como este. El suyo es el triunfo del mérito, de la constancia, del no darse nunca por vencido, y su presencia en el mundial de rallies es tan necesaria como la de quien vuelve a casa por navidad. Necesitamos verlo más.

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Es extraño, pero a veces sucede. Si bien he aguantado estoicamente el tipo hasta que piloto y copiloto se han subido al techo del coche y tocado el cielo, pocas son las celebraciones con las que he sentido tanta nostalgia. Sébastien Loeb ha despertado la capacidad de asombro que se hallaba oculta en mi interior y que creía haber perdido hace tiempo. Me ha hecho llorar por sentirme pleno y feliz. Son cosas que no percibo desde hace tiempo y que solo el motorsport me puede dar.
La victoria de Sébastien Loeb va más allá de un homenaje a su trayectoria deportiva y personal.

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