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Save Williams

Cuando uno pasa por un mal momento y cree que las cosas no pueden ir a peor se equivoca, al igual que cuando cree que ese momento acaba por sí solo y se limita a esperar. Así veo en este momento a la escudería Williams: cansada, rendida, carente de cualquier tipo de ambición. Y es una pena, pero si no tienen ganas de seguir luchando veo preferible que dejen la Fórmula 1. Es como si un club de fútbol histórico fuese colista y se encontrase a gusto en esa mísera posición.
A continuación expondré las razones por las que creo que la situación de Williams va más allá del escaso presupuesto que pueda tener y que tiene más que ver con la falta de motivación y la mala organización del equipo.


Tras la temporada 2019, que la propia Williams catalogó como un fracaso por verse apeados del cuarto lugar de constructores, que fue a parar a manos de Force India, la escudería de Grove se lanzó al reto de ser, como mínimo, el cuarto equipo de nuevo. Sin embargo, la temporada fue estrepitosa, tanto por las pocas manos de sus pilotos como por las muy limitadas prestaciones de su monoplaza. Esto no tiene nada de extraño, pues cualquier equipo puede tener un año malo (y no hay que olvidar que la competencia es enorme). La sorpresa llegó cuando, llegados los test de febrero en el Circuit de Catalunya, Williams no tuvo su coche listo para sacarlo a pista. ¿Qué estuvo haciendo durante toda la temporada 2020?

La respuesta es esta: no hay excusa que valga. Cuando un monoplaza resulta malo desde su concepción no hay salvación, la temporada está acabada. Lo que debe hacerse a partir de ese mismo instante es volcar la frustración en el proyecto del año siguiente. Así lo hizo Flavio Briatore en Renault tras la decepcionante temporada de 2004 y así debería haberlo hecho Claire Williams con miras a la nueva reglamentación aerodinámica de esta nueva temporada, aprovechando el tiempo como ventaja competitiva ante sus rivales, cosa que, según parece, sí ha hecho el equipo McLaren.

Sin embargo, este solo fue el inicio de los problemas para el equipo británico, ya que a dos semanas de la primera cita en Melbourne se hacía oficial que Paddy Lowe, su director técnico, abandonaba temporalmente la escudería arguyendo motivos personales que la prensa trasladaría a otros de índole laboral, pues la mano maestra de Lowe no se transmitía de forma definitiva al bólido. Sea como fuere, la noticia llegaba meridianamente a destiempo, sin plazo para suplir su marcha, y para colmo la FIA declaraba su nuevo FW42 ilegal por no ceñirse a la nueva normativa, obligándolo a modificar partes importantes del monoplaza a una semana de comenzar el campeonato.

Cabía esperar que la actuación del equipo en el primer Gran Premio de la temporada fuera mala, y así fue: Russell se quedaba a casi cuatro segundos de la pole, mientras que su compañero Kubica hacía un tiempo de más de un segundo y medio peor que su compañero  de equipo. En cuanto a la carrera, ambos volvieron a ocupar las dos últimas posiciones de la parrilla, siendo Russell el único piloto doblado en dos ocasiones y Kubica doblado incluso por su compañero, si bien se vio obligado a parar en boxes tras un toque en la salida. En cualquier caso, parece que todo el esfuerzo del polaco por volver a la máxima categoría no logra compensar las lesiones irremisibles en su mano derecha. El propio Russell dijo al final del fin de semana que el coche tiene un problema fundamental que necesita meses para solventarse, y añadió que "ahora estamos tan atrasados que no hay esperanza". Frase lapidaria donde las haya. En efecto, los de Grove fueron los únicos que el sábado no mejoraron su tiempo con respecto al año pasado y, con la interesantísima zona media a la que se han unido varios equipos este inicio de temporada, parece que Williams va a quedar apartada del resto del pelotón, tal como sucedía años atrás con Manor o Hispania. Pero no es lo mismo: el hecho de ser Williams les da un valor añadido, el valor de ser Williams, una escudería de leyenda que no debería permitirse estar donde está. Y eso lo demuestra el que, habiendo tenido únicamente una temporada mediocre en los últimos años (esta será la segunda), nos parezca que la escudería británica lleva largo tiempo fuera de la excelencia.

Para resumir, sitúo al culpable de la precaria situación actual de Williams en la gestión del equipo, es decir, en Claire Williams. No porque le falte talento o pasión por lo que hace, pero sí puede que la falta de esperanza de su primer piloto se le haya contagiado, esperanza que nunca perdió su padre Frank desde que de joven dormía en los circuitos para no perderse una sola carrera de Club. No pierdas la esperanza Williams.

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